Empezaré hablando del rival, un Culleredo
Almeiras que basa su juego en la velocidad y las penetraciones. Un
equipo que si lo dejamos entrar con relativa facilidad va a castigarnos
con dos puntos en casi todas la acciones. Y esta vez también nos costó
este aspecto del juego.
Puntos positivos, que
según iba avanzando el partido las jugadoras y el entrenador nos fuimos
sintiendo más cómodas hasta llegar a un último cuarto en el que se
anotaron de golpe 12 puntos que se repartieron entre Uxía Blanco y
Sabela Otero, pero que tuvieron la ayuda de todo el equipo en pista, una
reacción por la cual el entrenador rival se vio obligado a pedir tiempo
muerto, a pesar de que la remontada ya era prácticamente imposible.
Quizá
el miedo a que nos cerrasen marcador o la charla que se dio durante el
descanso tuvieron parte de culpa. Al volver del descanso simplemente se
les pidió que intentásemos todas imaginar que el partido volvía a
empezar, que salíamos con un 0-0 y a ver lo que lográbamos. El parcial
tras el descanso fue de 26-16 a favor del rival, pero un resultado mucho
más acorde con lo que podríamos lograr si desde el principio
estuviésemos todas enchufadas en el partido.
A
lo mejor este partido se perdía igualmente, pero creo que unos días se
gana y otros días se aprende. Este partido fue de los que se aprende un
montón sobre la frustración de cuando las cosas no salen como suelen
salir, y lo importante que es seguir intentándolo hasta que conseguimos
algo productivo.
El objetivo de esta temporada
no es ganar todos los partidos es aprender a no rendirse y mirar siempre
hacia donde tenemos que mejorar.
Crónica Noel Miguélez
Foto de archivo
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