
Y, visto lo visto, fue un broche DE ORO.
La entrega de Premios del Trofeo Calasanz "prometía" ser un duro reto para grandes y pequeños: tanto tiempo con los peques bajo control no es algo fácil, a priori.
Sin embargo, desde el
primer momento pudimos apreciar que la cosa pintaba bien: unos hinchables inesperados estaban esperando a los niños en el parking del pabellón para entretenerlos antes de los actos protocolarios. ¡Todo un acierto! Lástima que no se hubiera hecho público la presencia de los mismos, ya que así la fiesta sería desde primera hora de la tarde.
primer momento pudimos apreciar que la cosa pintaba bien: unos hinchables inesperados estaban esperando a los niños en el parking del pabellón para entretenerlos antes de los actos protocolarios. ¡Todo un acierto! Lástima que no se hubiera hecho público la presencia de los mismos, ya que así la fiesta sería desde primera hora de la tarde.
El momento más delicado fue cuando llegó la hora de la "concentración" previa al acto, que implicaba que nuestros peques estuvieran en el Pabellón 2 con los entrenadores esperando quietecitos a que les mandaran bajar. Teniendo en cuenta el retraso que llevaban las distintas finales que se disputaban a lo largo de la tarde, no parecía un gran plan.
Pero nuestros chicos se portaron como campeones, dando ejemplo de saber estar en unas circunstancias "complicadas". ¡Bravo por ellos! Y bravo también por los miembros del cuerpo técnico, que este año se han ganado un cachito de cielo cada uno...
Pero nuestros chicos se portaron como campeones, dando ejemplo de saber estar en unas circunstancias "complicadas". ¡Bravo por ellos! Y bravo también por los miembros del cuerpo técnico, que este año se han ganado un cachito de cielo cada uno...
Y llegó el gran momento: ¡a desfilar! Menudo momento el entrar al Pabellón abarrotado de gente, aplaudiéndoles. ¡Si parecía que habían crecido 2 tallas cada uno! Luego en formación, y a esperar que llegase el turno de recoger el trofeo. Se hizo un poco largo (a los mayores también), pero cuando les tocó ir a recoger su copa... ¡saltos, risas y alegría! Se sintieron especiales, y eso no tiene precio.
Luego fuera había caras de cansancio, de hambre, incluso de sueño, pero todas, todas, de enorme FELICIDAD. Un premio merecido y un aliciente para que estos niños sigan trabajando en la dirección en que lo han hecho hasta ahora: trabajando duro y creciendo como EQUIPO (¡además de pasarlo en grande!).

Crónica: "Desde la Grada"
Fotos: Equipo de padres/madres
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